Museo Histórico Municipal de Abánades |
El eco de los disparos se
ha disipado en el aire claro de la tarde primaveral y Abánades regresa poco a
poco de su peculiar viaje a los 30, aquella década crucial, intensa y terrible
de la historia de España. Ha sido un vívido periplo en el tiempo, pese a la
brevedad del fin de semana y no solo ha habido guerra o evocaciones de ella. El
“Café Cantante” de la noche del sábado lleno de copla la noche serena del lugar
con el arte de Manuel Rey en una estampa de antaño que arrancaba sonrisas de
nostalgia a los más mayores. Soldados de ambos bandos y vecinos del lugar,
ataviados también a usanza de la época, prolongaron una madrugada insólita y
alegre al son de la dulzaina que alguien trajo de algún lado… ¿cuánto tiempo
hacía de la última vez?, ¿eran aún jóvenes los que hoy sonríen con indulgencia
la escena sentados en el poyo?. Es la estampa entrañable de un pequeño pueblo
que busca su vitalidad, paradójicamente evocando su historia más terrible, pero
su historia al fin, una apuesta aventurada pero honesta en que se fundamente el
proyecto de desarrollo comunitario “La Batalla Olvidada”, que enmarca las
jornadas que ahora concluyen.
Manuel Rey durante su actuación |
Y es con esta estampa con
la que preferimos quedarnos, aunque para valorarla en todo lo que tiene sea
oportuno también contemplar la otra, la terrible pero no menos plausible del
puente de Abánades cubierto de soldados muertos. El puente de los valientes,
que la noche anterior bailaban con las mozas del lugar al son de la dulzaina…
Mierda de guerras.
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